Cuerpo
Inmortal
Dicen que su nombre suena,
cuando las campanas mortuorias retruenan
en el cielo gris del invierno presente,
como ronroneos de felinos infernales
o el emblema lirico de la procesión fúnebre.
Su nombre no sonara más
con el jubiloso reír de la voz inundada de luz,
susurraran su nombre las estacas de acero en sus pies,
y los madorosos soportes podridos de su alma miserable.
Lamerán sus entrañas visibles en lo alto
La sangre se coagulo en sus ojos,
ennegreciéndolos en olvidados recuerdos,
recorrieron sus mejillas los labios secos de su amante que pronto lo olvidara.
Una mano huesuda se aferró a su cuello
Como un águila a su presa
Antes de su rezo final
Arrastro el cuerpo inerte a la tumba de piedra
Y con sus mortajas harapientas
Lo envolvió a su destino,
Esperando en la puerta
A su podrido cuerpo renaciente
Y la verdad…
ya nos hicieron creer que es inmortal.